¿Hasta dónde llegar con la observación participante?

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Fuente: Sandiford, P. J. (2015). Participant observation as ethnography or ethnography as participant observation in organizational research.

Uno de los asuntos permanentemente analizados en la literatura académica en torno a la observación participante es la intensidad con que debe aplicarse. Es fácil concebir un continuo donde se gradúan diversas opciones.  James P. Spradley en su clásico libro Participant Observation propone cinco niveles, que denomina:

  1. Non-Participatory
  2. Passive Participation
  3. Moderate Participation
  4. Active Participation
  5. Complete Participation

Además, conviene disponer siempre de la perspectiva temporal, ya que el investigador tiene que recorrer necesariamente estas cuatro etapas:

  1. Establecer el rapport (de lo que ya hablamos aquí en su día refiriéndonos a las entrevistas)
  2. Llevar a cabo el trabajo de campo
  3. Registrar sus observaciones y añadir los datos pertinentes
  4. Analizar los datos

Aunque pudiera parecer que cada etapa requiere su dosis adecuada de participación, creo que en función de los objetivos que plantea la investigación se puede jugar con ambos enfoques y determinar cuál de los cinco niveles conviene aplicar a cada una de las cuatro etapas. Frente a una labor aséptica de investigación, moverse en el terreno de la observación participante requiere decidir hasta qué grado queremos que la comunidad participe en la actividad investigadora.

Esto me trae a la cabeza un precioso proyecto en el que tuve la ocasión de colaborar relacionado con la investigación del patrimonio. Más en concreto tenía que ver con un grupo de profesionales de la arqueología que buscaban la implicación de la ciudadanía en sus trabajos de campo. Frente al concepto de que un yacimiento arqueológico reclama de inmediato su «vallado» para preservarlo (y así alejarlo de la población local), ¿no convendría una interacción mayor con esas gentes en cuyo territorio se ha descubierto el yacimiento? En el fondo lo que está en juego es la «socialización» del trabajo investigador.

Soy plenamente consciente que mi implicación en la comunidad de usuarios de la Orbea Oiz se mantiene contenida. Es algo que desde el principio decidí. No parece lógica una intervención radical del estilo de la desarrollada por Alice Speeding pero sí considero adecuado que la participación de la propia comunidad sea algo a analizar en cada momento del proceso investigador. Después vendrá la decisión de con qué intensidad, pero de entrada ¿por qué no considerar su implicación por defecto?

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