¿Quién diseña una bici de montaña? Tensiones entre diversas lógicas

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Barres et vélos
Nota.- Va una reflexión crítica después de haber leído este recomendable artículo de Ramón Sangüesa en Blogzac: Diseño (colectivo) para pensar, criticar, especular y construir.

Las marcas trabajan inmersas en una carrera sin fin de diseño y comercialización de sus productos y servicios. Novedades y más novedades con las de dar de comer al mercado, lo quiera o no. No sirve con un buen diseño sino que hay que arañar que querrán clientes y usuarios, porque quizá ni siquiera lo saben aún. Y todo esto con una espada de Damocles encima: o vendes o te vas al palco, como dirían Zugasti y compañía.

Hay una lógica de mercado: precio y calidad. Lo bueno, bonito y barato sigue valiendo. Existe otra lógica disruptiva: quien da primero da dos veces. La promesa del océano azul es esa. Pero se puede añadir una tercera lógica: la antropológica. Ya lo dijo Castells: menos ingenieros y mas antropólogos, porque lo que sirve es entender a las personas y sus culturas, mucho más allá del producto. Pero es cabe considerar una cuarta lógica: la que mezcla en dosis adecuadas todo lo anterior y en cada momento temporal , esto es, precio, calidad, disrupción, lógica, cultura y todas las variables que quieras añadir al caldo del éxito comercial. Porque, insisto, no hay que olvidar que las cuentas de resultados siguen siendo poderoso caballero.

La rueda del diseño de una bici de montaña da muchas vueltas. Escuchar a distribuidores y usuarios, mirar lo que hace la competencia, comprender tendencias, acertar en la relación calidad-precio, rodear de experiencia al producto para impregnarlo de servicio, ubicar datos a su alrededor. Todo sirve para alcanzar la meta. Y, como dicen en Orbea, a sabiendas de que después de haber traspasado la línea de meta, hay que seguir pedaleando.

Nuestra investigación para la tesis doctoral centra su análisis en los usuarios porque un producto como la bici de montaña crea pasiones. Hasta límites insospechados. Y detrás de la pasión aparece un complejo abanico de diferentes tipos de conocimiento alrededor del producto. Desde quien lo mira como objeto de culto hasta quien lo entiende como objeto de experimentación, desde quien lo eleva al pedestal de su yo extendido hasta quien lo convierte en compra recurrente. Cada cual, como ya hemos explicado aquí, encierra a una persona usuaria particular.

¿Y lo colectivo? ¿Hay que diseñar para segmentos de mercado, para nichos? ¿Hay que diseñar con los demás pero mirando a un cliente único al que se dirige un producto personalizado? ¿Hay que salir fuera de la caja para desarrollar productos de clase mundial? A lo mejor en todo esto también se ha creado (hemos creado) un pequeño monstruo que necesita de constante alimentación.

Recuerdo esta frase en una de las entrevistas a profesionales de Orbea: «todo es tan sencillo como haber acertado con un producto de calidad contrastada a un precio mejor que el de la competencia«. ¿Tantas alforjas para un viaje tan sencillo?

Nota mental.- Tengo que profundizar en la idea de construcción social de tecnología, una de las líneas argumentales de la tesis doctoral 🙂

La imagen es de Jean-François Gornet en Flickr.

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