La paradoja de la digitalización respecto a la práctica del ciclismo

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Uno de los grandes problemas que enseguida se cita en torno a la omnipresencia de smartphones y tablets es el sedentarismo que pueden implicar. Los e-sports no parecen requerir más actividad física que aquella que tiene que ver con los dedos de nuestras manos. Eso sí, comparten con el deporte tradicional el sentido de competencia entre partes que tratan de ganar los partidos, pero no hay que mancharse de barro, mojarse o desarrollar esfuerzos físicos de consideración. No, las pantallas no nos piden movimiento.

Como decimos, desde esa perspectiva la digitalización del deporte, en este caso el ciclismo, conduce a un tipo de práctica que entraña ciertos riesgos para la salud derivados de los modos de vida sedentarios. Sin embargo, la digitalización también introduce una experiencia de práctica mucho más rica que la tradicional. Y también, por cierto, un considerable salto en la experiencia de quienes ven el deporte en sus televisores o en cualquier otro dispositivo. Todo tiene que ver con los datos. Vamos con un ejemplo muy simple.

No hay duda de que conocer datos de otras personas que practican MTB en tu zona y comparten sus registros en Strava proporciona un feedback que puede estimular el deseo de mejorar nuestro rendimiento. Incluso si solo lo comparamos con nuestros propios resultados. En mi caso, el sábado pasado rebajé en medio minuto una subida que había realizado en otras ocasiones. No me tengo por alguien con carácter competitivo, pero cuando llegue arriba pensé: Julen, seguro que has rebajado tu mejor tiempo. Lo siguiente fue consultarlo en Strava al terminar. Y sí, ahí estaba el azucarillo de autoestima.

Los datos que provienen de los dispositivos digitales que llevamos encima permiten una práctica más entretenida. En cierto modo estimulan la mejora. Los registros están ahí como referencia para que nos esforcemos más la siguiente ocasión. Podemos incluso acceder a datos de ciclistas profesionales para podernos comparar. Si es que no caes en una depresión al hacerlo, claro 😉

Cada vez disponemos de más información en torno a las rutas que hacemos: desniveles acumulados, kilómetros, porcentajes, índices del estilo IBP. Y junto a ese arsenal de datos están los que provienen de nuestra práctica: cadencia, frecuencia cardíaca, potenciómetro y todo un abanico de variables con las que alimentar la conciencia sobre el propio estado físico.

Sí, estamos en la era de los e-sports, el sedentarismo y problemas de obesidad en la población. Y, al mismo tiempo, cada vez hay más gente que corre, anda en bici o practica cualquier otro deporte apoyado en tecnologías que proporcionan más y más datos. Siempre con paradojas a cuestas, el signo de nuestro tiempo 😉

Este artículo forma parte de la serie sobre digitalización.

La imagen es de Nick Youngson y está tomada de Alpha Stock Images.

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