Y volvimos a andar en bici

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Volvemos a andar en bici

Desde que comencé a andar en bici creo que nunca había estado tres meses parado (con algún pequeño escarceo que sirvió para darme cuenta de que la lesión no progresaba). Una caída tonta, como a veces suelen serlo, en la que me golpeé la rodilla provocó un edema en la rótula. Por la razón que sea, el proceso de curación se ha alargado más de lo previsto. Pero, toco madera, parece que por fin, el dolor se ha ido. No es cuestión de cantar victoria tan pronto, porque solo han sido dos salidas en bici y por terreno llano, pero estoy viendo el final del túnel.

El caso es que todo este tiempo, desde principios de abril hasta ahora, ha servido para darme cuenta de qué forma me ha afectado al carácter y también a mis rutinas. En periodo normal, mi costumbre es hacer spinning a las 7:15 de la mañana. Suelen ser una o dos clases, en función de compromisos de trabajo. Como quiera que me levantó a las cinco de la mañana, mi rutina es trabajar dos horas, ir al gimnasio y luego continuar con la jornada. Pues bien, el haber eliminado ese viaje al gimnasio (está aquí al lado de casa, a dos minutos a pie) ha aflorado un tiempo extra que he aprovechado, sobre todo, para leer. Sí, creo que en estos meses he entrado en un frenesí de lecturas como nunca antes. No hay mal que por bien no venga.

Por otra parte, soy consciente de que por momentos me ha agriado el carácter. El proceso de recuperación ha pasado por 15 sesiones de fisioterapia, después 14 días a base de dos antiinflamatorios diarios y cuando todo eso no servía, dos infiltraciones. Digo dos porque la primera no hizo el efecto esperado. Pero todo eso, con visita a especialistas y dos opiniones médicas diferentes, acabo terminando. Cuando no estaba bien lo sabía de forma muy sencilla: solo tenía que bajar al garaje, coger el coche y al pisar el embrague para introducir la marcha atrás, allá estaba: la rodilla protestaba. Hoy es el día que no lo hace.

El traumatólogo siempre me decía que hiciera recuperación activa, que probara con la bici. Pero cada vez que me ponía con ella ahí estaba el dolor. Pensé a principios de junio que el dolor remitiía y llegué a andar tres días pero no sanó y volvió el dolor. Quizá apreté demasiado con la emoción de que parecía que se iba el dolor. Pero no se fue. En estos tres meses siempre ha estado ahí.

En junio del año pasado también tuve otra caída que desató una lumbalgia latente que siempre anda por ahí. Fue mucho más doloroso que esto que me ha pasado ahora, pero el proceso era muy diferente: el paso del tiempo lo estaba curando. Siempre tuve esa sensación. Esta vez, en cambio, ese no era el caso. Pero, como decía, la luz está ahí enfrente, al final del túnel.

El sábado salí aquí por Bilbao, idas y vueltas junto a la ría. El domingo me fui hasta el Puerto Viejo de Algorta, otra vez por terreno llano y con la ría siempre ahí al lado. Cada uno de esos dos días el GPS acabó marcando 80 metros de desnivel acumulado. Es lo que hay, pero volvimos con una sonrisa en los labios. Espero volver a las rutinas de gimnasio y de bici, sea monte (la mayor parte) o carretera (más de vez en cuando). Y, como siempre, uno aprecia más aún lo que tiene cuando no puede disfrutarlo 😉

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2 Comentarios

  1. Juan M.

    Me alegro que hayas vuelto a practicar nuestro deporte favorito y que hayas leído vorazmente, se notaba, y, también, que con el pedaleo tu carácter vuelva a su suavidad habitual. Y que pronto la lesión quede sólo como un mal recuerdo. Abrazos

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    1. Julen Iturbe-Ormaetxe (Autor del artículo)

      Creo que está vez parece que el dolor se ha ido. Falta ahora ir poco a poco subiendo la intensidad y empezar a probar subidas. A ver si este fin de semana que viene damos otro paso en la recuperación 😉

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