De ciclistas aficionados aspirantes a gestas épicas

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ciclismo épico

En gran parte el ciclismo se alimenta de la épica del pasado. Las grandes vueltas, sobre todo el Tour de Francia, han traído consigo la imagen de esfuerzos agónicos, al límite. La espectacularización del deporte, emitida a través de miles de pantallas cada vez más omnipresentes, se ha encontrado con un diamante en bruto. Aquellas epopeyas de ciclistas que pedaleaban sobre unos pesados cacharros que nada tienen que ver con nuestras ultraligeras bicis de hoy sirven muy bien para captar la atención y ganar audiencia en el share.

Podríamos hablar de la épica del ciclismo. Es algo inherente a este deporte, repleto de gente que se ve obligada a abandonar sus estudios para dedicarse a una vida plena de esfuerzos al límite. El ciclista profesional de élite lo deja todo para recorrer su destino. Antes con menos ciencia y ahora con más; antes por sensaciones y hoy a través de datos y más datos; antes con una tecnología básica y hoy con investigación aplicada como si estuviéramos en la NASA.

Deportistas de élite y cuarentones barrigudos tienen al alcance casi los mismos medios para pedalear. Además, disponen de los mismos escenarios: la carretera o la montaña sigue estando ahí, haya o no competición. Las rampas del 10, 15 o 20 por ciento siguen esperando ciclistas. Strava puede hacer de testigo: por allí pasó un profesional y subió el puerto en 35 minutos. Tú miras y remiras tus datos y te sientes feliz porque, por fin, has conseguido bajar de la hora. Tus watios son ridículos en la comparación; da igual. Tu tiempo es casi el doble que el de aquel profesional. Da lo mismo, llegas a casa henchido de felicidad y caerán unas cuantas cervezas.

La bicicleta conduce a experiencias muy diversas. La licra, la pierna depilada, la bici aerodinámica, las zonas de frecuencia cardíaca máxima, el potenciómetro: lo tienes todo para disfrutar. Quieres emular a tus ídolos y la carretera te llama: las rampas de la televisión ahora están frente a ti. Desde fuera cualquiera pensaría que estás dispuesto a sufrir. Pero solo tú sabes que vas a disfrutar como si no hubiera un mañana. Hasta reventar, hasta donde lleguen las fuerzas. Vas a darlo todo. Para eso andas en bici.

La diversión y la épica se entremezclan en el deporte de la bicicleta. Necesitaríamos una buena investigación para ahondar en qué extraños fenómenos suceden en nuestra fisiología humana cuando el esfuerzo es agónico pero resulta que lo haces porque te proporciona placer. Hacemos trampas cada vez que mostramos solo una de las caras de la moneda: el ciclismo es épica y agonía porque proporciona alguna íntima satisfacción que solo tú sabes explicar.

No me gusta cuando se insiste solo en el lado del esfuerzo titánico. No cuela. No das pena; lo estás haciendo porque quieres, no lo olvides. Me da igual que sea una Titan Desert o que te eches a la espalda una Brevet de 400 kilómetros. Cada una de las pedaladas que te acercan al reto no es sino una manifestación hasta cierto punto egoísta de hacer lo que te gusta. Faltaría más. La cultura de lo extreme, llevarte hasta el límite forma parte de la sociedad del espectáculo en que vivimos. Somos carne de cañón, somos unas marionetas manejadas por el marketing de la vida.

En cualquier caso, quizá haya tantas formas de entender la bicicleta y el ciclismo como humanos pedaleamos. La dimensión épica dibuja un extremo en un continuo que admite millones de posiciones. Eso sí, en el primer mundo las marcas nos taladran día sí y día también. Así que mientras pedaleas, ten en cuenta que casi seguro somos en parte marionetas. En parte, solo en parte. Espero.

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8 Comentarios

  1. Nick

    Cuando ya no queden bicicletas «musculares» y sólo haya eléctricas (y estoy convencido de que incluso los provectos cincuentones veremos ese momento) la épica se irá a tomar por saco y quedará sólo el disfrute de subir a Argalario una mañana de otoño con viento sur.

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    1. Julen Iturbe-Ormaetxe (Autor del artículo)

      ¿Y qué me dices de esta investigación: Un estudio asegura que en e-bike se hace más esfuerzo que en bicicleta tradicional? Ojito con los cincuentones… jajaja

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      1. Nick

        Ya lo había leído. Completamente de acuerdo. Salidas más largas, más frecuentes, más arriba, pero menos dolor, esfuerzo más largo pero más suave.
        Un invento de los que hacen avanzar la humanidad

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  2. Miguel

    Ya hace bastante que llegué a una conclusión «El único dolor agradable es el que produce la actividad física intensa»

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    1. Julen Iturbe-Ormaetxe (Autor del artículo)

      Cosas que tenemos los humanos… 😉

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  3. Aitor

    Empezando por el título, habría que ver qué es una gesta épica. Igual, el que ha escrito el artículo se basa mucho en lo que le enseñan en la tele, y menos en las sensaciones que se experimentan sobre la bici. No hay que olvidar que el ciclismo profesional es muy mediático, pero visto desde el punto de vista de la salud es mucho menos agradecido que el cicloturismo. Quizás habría que plantear el artículo a la inversa, y poner a los profesionales como marionetas de la sociedad. El cicloturista hace lo que quiere y el profesional lo que le mandan.

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    1. Julen Iturbe-Ormaetxe (Autor del artículo)

      Es una manera de verlo, no hay duda. ¿Quién es más marioneta? Quizá dependa del cristal con que miremos.
      Ahora bien, creo que el ciclista profesional acaba sabiendo dónde se mete y acepta las reglas (si no, no puede seguir ahí). Lo que veo como tendencia -no sé si decir «preocupante»- es que hay mucho cicloturista que quiere emular a quienes son profesionales. Pero, claro, no puede ser. El ciclismo es uno de esos casos extraños en que amateurs y profesionales comparten material y carreteras. Strava actúa como notario. Y andamos jugando a ser lo que no podemos ser.
      En cualquier caso, lo pasamos bien, ¿verdad? Quizá esto sea lo que realmente importa 😉
      Gracias por comentar, Aitor.

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  4. Isabel

    No he podido evitar una risita pensando en esa apariencia de “épico sufrimiento” que se ve los fines de semana, con muchachotes (y no estoy usando el masculino genérico) super equipados y con bicis a la última.

    Risas aparte, como testimonio de una que se ha sumado y enganchado ya muy mayor a esto del pedaleo, coincido en lo de hay tantas formas de entender la bicicleta y el ciclismo como humanos pedaleamos. Pero si hay un denominador común es precisamente el reto personal que supone. Y sí, no importa si tu tiempo es el doble (o más…), o si tu reto es apenas un calentamiento para otros 😉

    Por cierto, que algo que cada vez se ve más por aquí son “familias ciclistas” con niños y niñas de muy pocos años haciendo rutas ciertamente interesantes.

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